miércoles, 12 de enero de 2011

Breve Presentación de Andalucía

Andalucía Andalucía es un territorio histórico que limita al oeste con Portugal, al norte con la Meseta y al sur con el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Es un territorio recorrido por el río Guadalquivir y por su mayor afluente, el río Genil. Es la segunda comunidad autónoma en extensión y la primera en población, superando los 8 millones de habitantes. Está compuesta por ocho provincias: Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada, Jaén y Almería. Sus símbolos son: el escudo, en el que aparece una imagen de Hércules con dos leones flanqueado por dos columnas, que nos recuerda la visita legendaria de éste héroe a nuestra tierra; la bandera blanca y verde: colores que tienen origen en el pasado andalusí, el verde de los omeyas y el blanco se relaciona con el perdón de los almohades. Estos símbolos, al igual que nuestro himno, se lo debemos a Blas Infante, padre de patria andaluza, que fue fusilado durante la guerra civil un 10 de Agosto de 1936, mientras exclamaba: “Viva Andalucía Libre”. Andalucía es un territorio de contraste: disfrutamos de costas mediterráneas y atlánticas, de sistemas montañosos viejos y relativamente bajos como Sierra Morena junto con sistemas montañosos nuevos y los más altos de la Península como Sierra Nevada; que contrastan con la depresión del Guadalquivir, que favorece un clima muy caluroso e insufrible en verano. Además, tenemos el desierto de Tabernas en Almería y una de las zonas de más pluviosidad peninsular, la Sierra de Grazalema en Cádiz. Otro aspecto, a destacar, es la gran extensión de áreas protegidas, destacando los dos Parques Nacionales, el de Sierra Nevada y el Doñana, donde se conserva el lince ibérico y que es un lugar de paso de numerosas especies que viajan anualmente entre Europa y África. Entre sus riquezas económicas, sobresaltamos el papel relevante de la agricultura, desde la más tradicional relacionada con la triada mediterránea (trigo, vid y olivo) en torno al valle del Guadalquivir a la más moderna como son las plantaciones de fresas en Huelva o los invernaderos almerienses. La pesca es otra gran fuente de riqueza al igual que la ganadería, muy variada a pesar de que se conoce más la porcina de la dehesa de Sierra Morena y la caballar. No cabe duda, que la economía tiene numerosas fuentes más, pero sólo deseamos resaltar la importancia creciente del turismo: el de interior, desarrollado en torno a sistemas montañosos como Sierra Nevada o Sierra de Cazorla (Jaén) o el vinculado al interés histórico artístico de algunas de sus ciudades como Córdoba, Sevilla, Granada, Ronda, Úbeda, etc. y el l de sol y playa, gracias a la amplia costa andaluza. La historia de Andalucía es también muy rica y va unida a la variedad de culturas que han venido a vivir en nuestra tierra y que se han ido mestizando con la población autóctona, creándose un pueblo con una idiosincrasia y peculiaridad que se conoce desde otras partes de nuestro mundo. El poblamiento comienza en la Prehistoria, incluso, se constata, entre algunos paleólogos, que el primer europeo pudo vivir en Orce (Granada) y existen numerosos restos de neardhentales en el Campo de Gibraltar. Posteriormente, se desarrollaron importantes culturas como la neolítica de Almería, la de los Millares en época calcolítica o la argárica en el oriente andaluz y la tartésica en el occidente durante la edad del bronce. En torno a Tartessos, hablamos del primer estado de gran desarrollo en nuestro territorio, vinculado al comercio de metales preciosos, riqueza que atrajo a nuestra tierra a pueblos históricos venidos desde el mediterráneo oriental como los griegos y los fenicios; a estos últimos se le atribuye la fundación de la ciudad más antigua de la Península, Gades, la actual Cádiz. Tartessos desapareció posiblemente por la decadencia del comercio de los metales y por la llegada de los Cartagineses, que impusieron un régimen político represivo sobre la población autóctona, fundamentalmente, a los íberos turdetanos, que fueron los herederos de los tartessios. Roma, tras derrotar en la II Guerra Púnica a los cartagineses, ocupa Andalucía. Durante este dominio nuestra tierra sería conocida como la Bética, provincia romana cruzada por el río Betis con capital primero en Corduva y, más tarde, en Híspalis, la actual Sevilla. La aportación de la Bética a la cultura romana es notable: destacan escritores como Lucano, o filósofos como el cordobés Séneca, De este dominio conservamos importantes obras arquitectónicas como el puente romano de Córdoba, o la ciudad de Itálica en Sevilla, de la que eran originarios los emperadores romanos Trajano y Adriano. A Roma llegarían productos béticos como el aceite de oliva, el vino, o el garum, producto es llamado por algunos el “caviar” de la época. La Edad Media llega a Andalucía con el fin del dominio romano y con la llegada de los pueblos germánicos. Los primeros, que llegaron, fueron los vándalos y, posteriormente, los visigodos que coexistieron en el oriente andaluz con los bizantinos. Del corto periodo de dominio visigodo, destacamos al escritor de las etimologías, San Isidoro de Sevilla y, a Hermenegildo, que, algunos historiadores, consideran que su rebelión frente a su padre, el rey visigodo Leovigildo, buscaba la creación de un reino independiente en el sur peninsular con capital en Sevilla. Pero será, posteriormente, tras la caída de los visigodos, con el dominio musulmán cuando Andalucía viva su edad de oro, principalmente durante la época del Califato de Córdoba. Sus califas Abd el Rahman III y Al Haken II gobernarán un territorio que se convertirá en un lugar central para el mundo musulmana y en la envidia de los reinos cristianos del norte. También, hay que recordar, que tras el califato los andalusíes vivieron otros periodos significativos, sobre todo, durante el periodo de dominio almohade y el periodo nazarí granadino. De aquella época dorada destacan poetas, historiadores, médicos, filósofos como Ibz Hazm de Córdoba o Averroes e importantes restos artísticos como la Mezquita de Córdoba, la Giralda y la Torre del Oro en Sevilla y la Alhambra de Granada. Con la caída del reino nazarí de Granada termina la Edad Media en Andalucía y comienza la Edad Moderna, con gran esplendor también, gracias a las consecuencias que provocó el descubrimiento y, posterior, colonización de América. Este fenómeno está muy relacionado con Huelva, fundamentalmente, con lo que se conoce como los lugares colombinos, lugares donde se gestó el primer viaje de Colón; con Sevilla, al convertirse en el único puerto de América durante los siglos XVI y XVII y parte del S.XVIII, y que, fruto de ello, convirtió a esta ciudad en esa época en una de las más importante del mundo y, con Cádiz, de donde también partieron algunas expediciones a América y que tuvo el privilegio de heredar de Sevilla en el siglo XVIII ser su puerto, la única puerta del Nuevo Mundo. Pero, la transcendencia de la modernidad en Andalucía, también está unida a su esplendor cultural: del Renacimiento sobresaltamos la importancia de la arquitectura, por ejemplo, la de Úbeda y Baeza, declaradas ciudades Patrimonio de la humanidad por la UNESCO; y del barroco, además, de la variedad de iglesias que se expanden a lo largo de Andalucía, queremos recordar a pintores como Velázquez o Murillo o a imagineros como Martínez Montañés, Juan de Mesa o Alonso Cano y, a escritores del Siglo de Oro como Mateo Alemán y al cordobés Luís de Góngora. La Edad Contemporánea llega a la Península, a través de dos vías fundamentales, y las dos tienen, como punto de referencia, a la ciudad de Cádiz: el desarrollo de una burguesía relacionada con el comercio indiano y la creación de las primeras Cortes Liberales que obtuvieron, como principal fruto, la aprobación de la Constitución de 1812, la Pepa. Andalucía, además de por estos hechos, también ocupó un lugar de relevancia en la política del XIX, por ejemplo, en las Cabezas de San Juan (Sevilla), se produjo el levantamiento del Comandante Riego que llevó al trienio liberal y, en el Puente de Alcolea (Córdoba), el general Serrano derrotó a las tropas de Isabel II provocando el exilio de la reina y comenzando la etapa histórica conocida como el Sexenio Democrático. Pero el liberalismo, también trajo la enajenación de las tierras comunales, aprobada en la ley de la desamortización General de Madoz en 1855, que supuso la pérdida del sustento del campesinado andaluz, fruto de su miseria y explotación, Andalucía va a ser conocida como una tierra de señoritos y campesinos de sol a sol que, desde finales de siglo XIX, se acercarán al anarquismo y provocarán momentos convulsos, como los provocados por la Mano Negra en la comarca de Jerez o los acontecidos durante el Trienio Bolchevique (1918-1921) e, incluso durante la II República (Casas Viejas). Tras la guerra civil y la dictadura de Franco, aparece una nueva Andalucía que, recogiendo el pensamiento de Blas Infante y continuando con el proyecto autonómico que paralizó el dictador, se manifestó el 4 de diciembre de 1977 reivindicando sus derechos históricos para acceder a una Autonomía, que pocos años después conseguimos y aún disfrutamos.